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Rob Greenfield, El Ciudadano Que Dejó De Comer Y Mejoró Su Salud

Dicen que todos llevamos dentro la motivación necesaria para hacer que nuestro entorno cambie, que solo basta con levantarnos un día y proponernos dar el cambio, de dar el paso y conseguir los primeros pasos comenzando por nosotros mismos. Rob Greenfield es nuestro protagonista de hoy, el ciudadano que dejó de comer alimentos de supermercados y restaurantes, para conseguir autoabastecerse y demostrar una vez más como su salud no solo se ha mantenido, sino que también ha mejorado.

Descubriremos como la persistencia y ganas por llevar a cabo nuestros propósitos, sean cuales sean, no tienen barrera cuando el propósito es real y tiene un sentido. Rob necesitaba encontrar alojamiento durante su estancia en Orlando, la cual estaba prevista para no más de dos años, pero llevaba consigo una idea que deseaba desarrollar nada más establecerse en la ciudad.

Descubre la historia de Rob, conoce a la persona que volvió a conectar con la naturaleza

La mayoría de personas que lo han conocido intuyen que Rob vive en una granja, en un entorno rural capaz de suministrarle los recursos de una forma mucho más sencilla y cómoda. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que nuestro protagonista llegó a Orlando sin una sola posesión ni terreno en el que cultivar, en un entorno urbano carente de imaginación y recursos para satisfacer su propósito.

Pero, ¿Es una excusa vivir en la ciudad para desterrar ideas como la suya? Rob anunció su necesidad de encontrar vivienda con jardín, consultó y llamó a muchas puertas hasta que dio con Lisa, la mujer de 60 años que le ayudaría a dar el primer paso, aquella que le cedió su patio trasero, donde se construiría una pequeña casa, a cambio de arreglarle el jardín delantero y comenzar a crear un huerto.

Fue entonces cuando Rob Greenfield decidió dar un paso más y preparar, además del cultivo, un sistema de recogida de agua de lluvia, compostaje y un sinfín de recursos más que la tierra de este pequeño jardín le iba a suministrar. Comenzó una relación de intercambio de bienes que iba mucho más allá de la que conocemos a través del dinero.

Tras meditarlo, Rob decidió renunciar al habitual sistema alimentario industrial y los resultados fueron increíbles

Su motivación venía de tiempo atrás, cuando comprobó la procedencia y el efecto que provocaba el consumo de los alimentos procesados, todos los que se adquieren a través de las superficies industrializadas. Desde ese momento, Rob quiso ponerle freno a su contribución indirecta que estaba causando la muerte lenta del planeta en el que vive, en el que vivimos todos. Además de impedirle mantener un estado de salud perfecto.

Logró plantar más de 100 variedades de alimentos en el huerto, intentando concienciar a otros también de la necesidad de cambiar sus hábitos alimenticios. Plantó batatas, frutas, hongos en el bosque y pescado obtenido directamente del río. Incluso se convirtió en apicultor cosechando su propia miel. Tenía prácticamente todas sus necesidades cubiertas, donde la cúrcuma y el jengibre le permitían superar y esquivar los resfriados y la gripe.

Una forma de vida sostenible y saludable que ayudó a empoderar a muchos otros

Durante el año en el que ha estado aplicando este estilo de vida tan natural y saludable, Rob ha conseguido crear 15 huertos más a otras personas que también han optado por acercarse hacia el mismo camino de alejarse del mundo alimentario industrial, logrando cosechar sus propios recursos. Pero eso no es todo, ha plantado más de 200 árboles frutales comunitarios y enviado más de 5000 paquetes de semillas para otras personas que también deseaban seguir sus hábitos.

Un viaje personal que ha permitido que otros sigan su estela, haciendo cambiar sus hábitos y logrando que la concienciación social se sensibilice un poco más con el cambio que estamos provocando en el planeta, una tierra que comienza a pedir ayuda ante la sobreexplotación a la que es sometida. Y tú, ¿Harías un cambio como el de Rob? Él se siente ahora mucho mejor y cuenta con una salud de hierro.

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2 comentarios en «Rob Greenfield, El Ciudadano Que Dejó De Comer Y Mejoró Su Salud»

  1. Hola, yo tengo mangó, chinas, limones, yautías, ñames, {Son blanquitos, sin fibras, sabrosos, }, tengo Calabaza, { No hay flor más preciosa, } es una emoción y una alegría cuando veo que va creciendo una, y al sacarla y abrirla, no puedo explicar mi emoción. tengo batatas, espinacas y tomates, ja ja vivo casi en un huerto y me encanta. Y también tengo aromáticas. etc. Saludos, La verdad es, que me encanta sembrar las semillas, y verlas crecer, ja ja es un gusto, una emoción. Ver como surge de una semilla, la vida, y crece, es maravilloso. { Y vivo en plena ciudad.} Creo que los vecinos piensan que estoy loca. ja ja Saludos, ♥

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