Si nos adentramos en el océano y miramos a nuestro alrededor con los prismáticos de la contaminación que provocamos como especie, ¿Qué clase de elemento crees que sería el más peligroso y contaminante? Seguro que pondríamos el foco en los plásticos, pero también tendrías una imagen en tu mente ahora mismo que no corresponde con la respuesta acertada.
Los plásticos, las toallitas perfumadas, mallas que unen las latas de refrescos, las bolsas o incluso las mascarillas tan de moda y necesarias ahora, son elementos que contaminan enormemente el océano. Sin embargo, aun existe otro agente que las supera con creces y cuya identidad es desconocida por muchos.
Hablamos de las lágrimas de sirena, un término que se ha asignado a unas pequeñas partículas de plástico que, lejos de asemejarse a los restos y deshechos plásticos que todos conocemos, suponen el principal problema de contaminación en los océanos.
Qué son las lágrimas de sirena y por qué preocupan tanto
En la industria, el plástico es uno de los elementos estrella en la fabricación de infinidad de herramientas y productos que consumimos a diario. Sin embargo, debemos comprender antes que su proceso de fabricación implica riesgos, como estas pequeñas perlas tan peligrosas que acabas de descubrir.
Se las denomina como microplásticos primarios y no superan los 5 milímetros de diámetro, por lo que son ideales para ser transportadas dirección a las factorías donde serán fundidas y empleadas para darle forma a botellas, moldes y demás enseres.
Las fábricas las emplean para toda clase de productos, sin embargo, sus procesos de selección de la materia provocan que muchas de estas pequeñas lágrimas de sirena terminen en el mar, normalmente de forma involuntaria.
Sea intencionado o no, se calcula que cada año son vertidas en el océano aproximadamente 53 mil millones de estos pequeños elementos tan dañinos para el entorno. Lo que es igual a cerca de 90 millones de botellas de plástico.
Un riesgo para la salud marina e incluso humana
Ya sabemos que somos lo que comemos. Si ingerimos animales contaminados es probable que nuestra salud también se resienta. Y esto es precisamente lo que sucede cuando estas lágrimas de sirena, o nurdles, son liberadas y acaban en el océano.
Su reducido tamaño y la amplia gama de colores que poseen, las convierte en un centro de atención para cualquier animal marino, que las ingiere sin contemplar el potencial riesgo al que se está exponiendo. Incluso para nuestra salud se ha detectado micro plásticos en la sal marina que consumimos.
Además de resultar ser plástico y no contar con ninguna ventaja para la dieta de estos animales, las lágrimas de sirena poseen la peculiaridad de contar con una superficie polimérica que hace que los agentes tóxicos ya presentes en el océano se adhieran a sus paredes. Por lo tanto, estamos hablando de auténticas bombas de relojería dentro de los organismos que después ingerimos nosotros. En algunos casos, incluso el simple gesto de tocarlas con la piel desnuda, hace que podamos contraer infecciones.
- Reina Toresano, Patricia(Autor)
Y como todo está relacionado, estas coloridas y llamativas perlas plásticas terminan con especies, contaminan el propio entorno y suponen un problema de salud para las personas. Sus propiedades las convierten en elementos complejos de eliminar, ya que han de pasar muchos años para conseguir borrar su rastro.
A pesar de su letalidad en el océano, las lágrimas de sirena son elementos de los que apenas se habla en los medios. La sociedad carece de información al respecto mientras se siguen vertiendo al mar millones de diminutas partículas.
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